lunes, 5 de marzo de 2018

El ayuno

Este post surgió debido a que alguien muy especial me pidió que la ayudara a dar una charla sobre el ayuno.

Resulta que sólo recordamos el tema del ayuno cuando estamos en Cuaresma y Semana Santa, y eso porque la iglesia católica nos pide ayunar sólo:

  • Miércoles de Ceniza y
  • Viernes Santo
Imagínate! Sólo 2 días al año! Y como si fuera poco, ya no es un ayuno a pan y agua. Lo que sugiere la iglesia es: una comida fuerte, y dos frugales.

Es importante recordar que el ayuno debe ir acompañado de la oración, pues de lo contrario sería dieta!

Si recordamos las apariciones de la Virgen en Lourdes y Fátima, en sus mensajes ha pedido oración y mortificación por los pecadores y en reparación de nuestros pecados.

Podemos ver la Cuaresma como un camino de preparación, donde intensificamos las oraciones, las mortificaciones y el ayuno, para lograr una conversión profunda y vivir y celebrar mejor la Pascua de Resurrección. Pero, si pensamos bien, nuestra vida es también un caminar, y al final nuestra meta es el encuentro definitivo con Cristo y es para eso que nos tenemos que preparar, por lo tanto es preciso que aprendamos a privarnos de cosas lícitas, ayunar, en nuestro día a día.

Algo que he aprendido es que Jesús nos enseña a través de Su vida. Ahí siempre están las respuestas para todo, y si nos queremos parecer a El, podemos ver que precisamente, antes de comenzar su vida pública, Jesús se retiro al desierto y tuvo un período de ayuno y oración, fue tentado pero venció.

Entonces, la enseñanza más grande es que nosotros antes de emprender cualquier actividad, sigamos los pasos de Jesús, y primero la oración y después la acción, así tendremos fortaleza para vencer los obstáculos y tentaciones, que se nos presenten en el camino.

Así como buscamos en Cuaresma dejar atrás lo que nos aparta o nos aleja de Dios, en este caminar que es nuestra vida diaria, podemos lograr sucesivas conversiones.

Además de ayunar de comida, podemos también:

  • Ayunar de pesimismo, desesperanza y tristeza. Recordar que somos hijos de Dios.
  • Ayunar de sentimientos de superioridad o de inferioridad. Recordar que todos somos Hermanos en Cristo. Somos la Familia de Dios.
  • Ayunar de murmuraciones, críticas y conversaciones que puedan herir a mis hermanos.
Al final, estos serán nuestros puntos de lucha diaria y del examen de conciencia.




Saludos a todos!

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